CUANDO LA PAZ ES FRUTO DE LA JUSTICIA
(Testimonio de la fe de la crisis Quilish)

“Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos
más pequeños a mi me lo hicieron”

(Mt. 25,40)

“Jesús los llamó y les dijo: saben que los jefes de las naciones
las dominan como señores absolutos, y los grandes los
oprimen con su poder. No ha de ser así entre ustedes
sino que el que quiera llegar a ser grande
entre ustedes será su servidor”

(Mt. 24-28)

“El Ministerio de Energía y Minas aprobó la Evaluación Ambiental que autorizó la Exploración del Cerro Quilish presentada por Minera Yanacocha S.R.L.”, así empieza el comunicado del Ministerio, triste noticia para los campesinos de la zona, para quienes el cerro Quilish es su Apu Sagrado, además de ser el colchón acuífero para el campo y la ciudad .

A partir de entonces, era predecible la reacción de los campesinos. Visto desde el poder iniciar la exploración significaba más oro y en el imaginario de los políticos, empresarios y autoridades nacionales y locales, (supuestamente) mayor desarrollo, impuestos y fuentes de trabajo para Cajamarca. Visto desde los campesinos, iniciar la exploración significaba destrucción de su Apu Sagrado, y como lo habían constatado después de 11 años de minería , disminución del agua y cierre de canales de riego, ¿Pero a quién podría importar que las perforaciones pusieran en peligro la sobrevivencia de alrededor de 8000 campesinos minifundistas, para quienes el agua es vida? Poner en la balanza a 4 millones de onzas de oro con todos sus efectos macroeconómicos y a la incipiente producción de autoconsumo de los campesinos gracias al agua, (que por otro lado expresa la ausencia de un estado que promueva un auténtico desarrollo humano), era de esperarse, para los funcionarios del MEM, el oro vale más que la vida de los campesinos.

Sintiendo su vida amenazada, los pobres no dudaron en arriesgarla, y no dudaron en ingresar al cerro Quilish para impedir que la exploración continúe, porque después vendría la explotación, los campesinos como ichus en su tierra, sólo pudieron ser desalojados con helicópteros y bombas lacrimógenas. El resultado fue jóvenes, adultos y ancianos maltratados, heridos y detenidos, una comunidad indignada y enardecida empujada a tomar medidas de fuerza, bloqueando la carretera principal de acceso a la mina. A partir de aquí, la historia es conocida, dieciséis días de resistencia pacífica testimoniando la gran dignidad y nobleza de la comunidad campesina y el respeto por la vida, que obligó a autoridades y población de la ciudad y a la iglesia misma a reencontrase con ellos; en términos pastorales diríamos que nuestras comunidades fueron llevadas a una profunda conversión comunitaria, marcada por el amor al Dios de la vida y la solidaridad con los más pobres.

Mirar los acontecimientos de la vida, con ojos de fe, significa descubrir que el Dios en quien creemos, es el Dios de la Historia, revelado en hechos, personas y situaciones concretas. Dios ha dejado de ser un misterio, no lo es al menos para los cristianos, Jesucristo nos ha dicho dónde hay que buscarlo: “en verdad les digo que cuanto hicieron con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt. 25,40). Asumir la causa de los pobres, ponerse de su lado para defender su derecho a una vida más digna, es encontrarnos con Dios mismo, más allá de nuestras convicciones culturales, religiosas, políticas y/o filosóficas.

Haber vivido de cerca estos acontecimientos ha sido una profunda experiencia humana y cristiana; especialmente para el equipo de GRUFIDES, la Parroquia Santo Tomás de Aquino de la Universidad y la Parroquia Guadalupe. La opción por los Pobres y la Vida, asumida en la pastoral, fue puesta a prueba cuando la organización campesina y la sociedad civil a través de sus organizaciones delegaron al Padre Marco Arana como mediador entre los campesinos y el Ministerio de Energía y Minas. La propuesta y la decisión no fue casualidad, sino que fue consecuencia de años de cercanía a personas, familiares, dirigentes y organizaciones que el Padre Marco había tenido, primero como párroco de Porcón y luego como sacerdote que no había olvidado la pobreza y las dificultades que los campesinos sufren desde el inicio de la explotación minera. Con el equipo de GRUFIDES, el Padre Marco, siempre plantearon que no es posible hablar de desarrollo en Cajamarca sin tocar el tema minero y su implicancias.

“EL QUE QUIERE LLEGAR A SER GRANDE ENTRE USTEDES, SE HARÁ EL SERVIDOR DE LOS DEMÁS”.

La defensa de la intangibilidad del Cerro Quilish, y la solidaridad con los campesinos, fue creciendo día a día de manera multitudinaria, obligando a las autoridades locales y nacionales; sea por presión o por oportunismo político, a ponerse de lado de su pueblo, experimentar de cerca la cuestión del Poder como oportunidad para oprimir o para servir fue muy claro. La gran resistencia para utilizar su poder como servicio de los pobres, generaba indignación e impotencia en el pueblo que los veía más de cerca de los mineros, aún más, descubrir que las decisiones estaban en manos de unos pocos, mostraba la constante histórica de la debilidad humana, pero también recordaba a los cristianos el juicio evangélico de Jesús al mundo del poder y a los que lo detentan:

“Saben que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes los oprimen con su Poder; no ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, se hará el servidor de los demás” (Mt. 20,24-28). Palabras encarnadas en la historia que nos invitan a suscitar nuevos liderazgos para quienes el poder debe ser poder para servir desde los pobres, con los pobres, para los pobres.

“RECUERDEN ROSTROS”

Algunas vivencias, de las muchas, testimonian esta exigencia cristiana de asumir el Poder como servicio. El rol mediador del Padre Marco fue clave; si bien era vulnerable por la debilidad del tejido social y sus organizaciones y por la imprevisibilidad de las decisiones de las autoridades. Una cosa estaba clara, su opción por los campesinos y la vida que hizo creíble su capacidad de diálogo con todos, no sin críticas aisladas e incomprensiones.

La gran preocupación era el peligro de una salida violenta, promovida por algunas autoridades desesperadas, funcionarios mineros qué sólo reclamaban “orden” y por pequeños grupos radicales de la población. Una primera victoria de paz fue el retiro pacífico de un gran número de policías del lugar del conflicto, era casi un milagro, la dignidad de los campesinos y su vocación de paz, salió a flote, hasta llegar a gestos como el compartir el alimento con los que habían sido sus agresores.

Tal vez, el momento más difícil y angustiante fue el día en que fracasó la posibilidad de un acuerdo, una larga reunión entre la Comisión de Alto Nivel del Ministerio de Energía y Minas, representantes del Frente de Defensa, Congresistas y autoridades locales, no lograron consensuar la petición de nulidad del decreto que autorizaba la exploración del cerro Quilish, hecha por los campesinos como condición para levantar las medidas de fuerza y dar un curso positivo a la solución del conflicto. Las posiciones se habían radicalizado, el Padre Marco en su rol de mediador, compartió discretamente con su entorno preocupado la propuesta violenta que algunas autoridades habían comentado, desalojar a los campesinos por la fuerza, la insensibilidad llegó a hacer cálculos del número de policías necesarios para este acto. Sabíamos lo que esto significaba “sangre y fuego” la paz y el orden de los cementerios. El momento fue muy emotivo, cuando el Padre Marco comentó que sólo pudo decir a la Comisión de Alto Nivel: “recuerden rostros” si deciden una vía violenta, con todo lo que ello significaba: Los pobres son personas, sujetos de derecho, ciudadanos; recuerdo los ojos humedecidos del equipo de GRUFIDES, y la voz quebrada del Padre Marco, ante la cual más de uno dejó caer lágrimas, no era para menos, el gesto pacífico de los campesinos que dejaron salir en paz a los policías, estaban a punto de ser tratados violentamente, felizmente no ocurrió así. Esta vivencia fue expresión de cuán necesaria es conservar el rostro humano en los profesionales e instituciones que trabajan por un auténtico Desarrollo Humano, donde la vida de los pobres sea el centro de sus motivaciones y trabajo, y no un medio para la búsqueda del poder y de conveniencias políticas e institucionales. La necesidad de formar líderes, profesionales éticos y humanos es un reto permanente para la sociedad y la iglesia.

Eran días de mucha intensidad, cada día se plegaban más personas e instituciones en solidaridad con los campesinos y la defensa por la intangibilidad del Cerro Quilish. Los universitarios se volcaron a las calles, jóvenes impetuosos que sensibilizados superaron su apatía y sus justificados problemas subjetivos a los que tanta prioridad da la actual generación, haciéndoles olvidar los sufrimientos sociales y comunitarios, y asumieron su responsabilidad de luchar por un mundo nuevo a la par de construir una persona nueva. Los jóvenes habían sido provocados y no tardaron en responder con violencia, la movilización pacífica había sido dispersada con bombas lacrimógenas; piquetes de estudiantes merodeaban la Plaza de Armas, fuertemente resguardada por la policía, en esos momentos el rol mediador del Padre Marco no se hizo esperar. Luego de visitar la Prefectura y de lograr que la policía evite respuestas violentas, se improvisó una concentración con el pequeño grupo que aún quedaba en la plaza en un ambiente enardecido por las bombas, un espontáneo y conmovedor discurso calmó los ánimos:

“...El mal se combate a fuerza de bien, la injusticia se combate con la justicia no con otra injusticia, la violencia no se combate con otra violencia sino con la paz. Y si eso no lo entendemos, entonces estamos buscando salidas violentas. Nadie quiere, al menos que alguien levante la mano, aquí violencia. ¿Quiénes de ustedes están con la paz y quiénes con la violencia? Los que estén con la paz levanten su mano por favor y ¡un aplauso! La paz, la paz, decía el Papa Pablo VI, "la paz es fruto de la justicia", Cuando no hay justicia viene la violencia...”

Se culminó así la mañana, con una singular experiencia de ejercer el Ministerio Sacerdotal, en el mundo, sintiendo que la misión de pastor era no abandonar a las ovejas para que el lobo haga estragos de ellas.

Esta búsqueda de la paz con justicia, produjo tensiones y requería de mucha apertura, y vocación para un diálogo continuo con los campesinos, organizaciones y autoridades, entre adelantos y retrocesos se logró consensuar la nueva propuesta: “dejar sin eficacia la resolución Nº 361 que autorizaba la exploración del cerro Quilish”, fue un verdadero ejercicio democrático, o mejor dicho la práctica de una verdadera pedagogía del diálogo, de la consulta, del respeto.

La solidaridad y la vocación de Paz con Justicia del pueblo de Cajamarca, la testimonió en la última movilización pacífica. La respuesta al Paro Regional fue multitudinaria, la movilización acabó con una masiva caminata al Km. 4.5 de la carretera a Porcón, donde se encontraban los campesinos desde hace 15 días. Este gesto simbólico expresaba la conversión de un pueblo que había olvidado a los pobres más próximos y que deseaba volver a ellos poniéndose en su camino, símbolo que debe llevar en la práctica a superar la exclusión y marginalidad en la que viven miles de personas. Está en manos del Estado promover un auténtico bienestar humano con inclusión social. Los campesinos son ciudadanos en ejercicio de sus derechos, no un grupo de borrachos a quienes el Padre Marco distribuía alcohol, como decían los funcionarios mineros o periodistas que canjearon la realidad por treinta monedas.

En estos días se vivió una singular experiencia de acogida y cercanía a los campesinos, personas en búsqueda de información y solidaridad del campo y la ciudad, así como con los periodistas nacionales y extranjeros, que visitaban las oficinas de GRUFIDES: Canal N, corresponsales del Comercio, La República, Caretas, Guarango, New York Times, entre otros, quienes descubrían el lado humano de la realidad y del movimiento social, la oficina era lugar de encuentro y diálogo espontáneo sobre los acontecimientos de cada día, GRUFIDES no era una fría oficina, sino un lugar de acogida . De primera fuente constataban la transparencia con que se actuaba, pero también la insensibilidad del poder político para solucionar el conflicto, tomando en cuenta a los pobres.

Más de una vez, se constató, el gran poder de la información para orientar o desorientar, para decir la verdad u ocultarla, no siempre los reporteros enviados podían estar seguros de que sus noticias no iban a ser cambiadas o censuradas. Aún así, se constató la importancia de la comunicación e información en el mundo de hoy, con sus presiones y ambigüedades, pero también con su influencia en la sociedad cuando informan la verdad, así se logró que el movimiento por la defensa del Quilish, sea conocido y tomado en cuenta por las autoridades y la comunidad nacional e internacional.

“A LA LUZ DE LA PALABRA VIVA Y EFICAZ”

Para muchos laicos comprometidos, estos días fue oportunidad de renovar su vocación de ser Cristianos en la realidad del mundo, llamados a transformarlo, asumiendo gestos concretos de solidaridad con los más pobres; poner sus dones, sus bienes e inteligencia y su palabra al servicio de ellos marcó su práctica de fe. La liturgia dominical ayudó a iluminar esta práctica .

En el primer domingo resaltó la carta a Filemón 9-17, en la que San Pablo toca un grave problema social de su tiempo: la esclavitud, el esclavo Onésimo debería ser tratado como hermano por Filemón, su patrón. San Pablo hace participar a toda la comunidad de este problema. Onésimo y Filemón simbolizaban las grandes distancias sociales, económicas y culturales, entre ricos y pobres, aún no superados hasta hoy en el mundo y en nuestro país. La defensa del cerro Quilish había hecho reconocer al campesino pobre como sujeto de derechos, la lectura bíblica ayudaba a dar sentido a la práctica de solidaridad con los campesinos, pero también dejaba el reto de cómo hacer para que en el futuro haya menos exclusión y marginación y más acercamiento desde el reconocimiento del pobre como sujeto y no como simple objeto.

En el segundo domingo, la lectura del Éxodo 32, 7-14, nos recordaba que Dios se manifiesta en la historia de su pueblo, es un Dios que hace de la liberación un camino donde el pueblo deberá enfrentarse a su libertad para optar por el Dios verdadero, que quiere vida, paz, libertad y bienestar para todos. Un Dios que actúa por las mediaciones humanas, como Moisés, que escucha a Dios y a su pueblo para defenderlo: “Yahvé le dijo a Moisés: vuelve y baja porque tu pueblo ha pecado… Se han hecho una imagen de becerro de Oro fundido y se ha postrado ante ella... Moisés suplicó a Yahvé, su Dios: … Aplaca tu ira y renuncia a castigar a tu pueblo… Yahvé renunció a destruir a su pueblo”.

También el pueblo estaba tentado por el oro, si bien la explotación minera genera ingresos al Estado, trabajo y movimiento económico, la realidad de los pobres de la zona desmitificaba el “ídolo oro”, pues no se veía un auténtico desarrollo humano. La intención de explotar el Quilish, ubicado en cabecera de cuenca responde por el contrario a una racionalidad puramente económica, basada en el lucro, donde la intangibilidad significaría una gran pérdida económica y no la posibilidad de conservar el agua y un medio ambiente sano para las futuras generaciones; y así implementar una minería responsable que respete las zonas intangibles. Por lo visto el nuevo “becerro de Oro”, Quilish, ha devenido para los mineros en un nuevo ídolo, la tentación de explotarlo aún está latente, y sólo será superada asumiendo la visión de un auténtico Desarrollo Humano, capaz de generar bienestar para los más pobres. El Evangelio de este mismo domingo del “Hijo Pródigo” (Lucas. 15, 1-32), también ayudó a una mirada de fe de lo que pasaba. El Padre da al hijo la herencia, éste haciendo mal uso de su libertad la malgasta; luego en medio de la pobreza, entra en razón y decide volver al Padre, quien lo acoge dándole una nueva oportunidad. La fuerza de los pobres por la defensa de la vida había hecho entrar en razón a sus autoridades, dándoles otra oportunidad de volverse a su pueblo, recordándoles que el poder es frágil cuando no se lo pone al servicio del pueblo, para defender sus derechos fundamentales.

Esta experiencia de conversión social era un signo de cuánto bien hace al mundo la búsqueda de la justicia con paz y fraternidad, y de cuánto los cristianos podríamos hacer si fuésemos ciudadanos concientes de nuestros deberes y derechos con capacidad de autocrítica y de utopía.

El viernes 17 por la tarde el conflicto había culminado. Con mucho esfuerzo se aceptó el decreto que dejaba “sin eficacia” la resolución que autorizaba la exploración del Cerro Quilish, pero la tarea de mantener los acuerdos empezaba, a pesar de la debilidad institucional, se apostaba por el diálogo y la vía legal para lograr la intangibilidad definitiva del Cerro Quilish. El evangelio de ese domingo nos recordaba el criterio para asumir la tarea con paciencia, firmeza y esperanza. Las palabras del Señor con su habitual radicalidad tocaban la raíz de los conflictos sociales y su resolución: “No pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero…” (Lucas. 16,13). El texto recordaba a los cristianos que perteneciendo a los círculos de poder, eviten propiciar un orden moral que encubra la verdad y la transparencia; y a los líderes de la sociedad civil y autoridades a no ahogar, bajo la presión del poder, los valores evangélicos de la justicia, la verdad y la defensa de la vida en el proceso de diálogo que iba a iniciarse.

Estas experiencias humanas, vividas en toda su profundidad espiritual en estos días culminaron con alegrías y con lágrimas. Con alegría porque el pueblo había conseguido ser escuchado: “¡El cerro Quilish no se explota. Ni hoy ni nunca!”; pero también con lágrimas como las del joven alcalde de Huambocancha, quien fue uno de los lideres del proceso, para quien se pudo haber conseguido más, y con temor porque el pueblo baje la guardia y se aprovechen de ello los mineros.

Los campesinos regresaban a su casa con el camino hecho del ejercicio de sus derechos ciudadanos: ¡Vida sí, oro No!.

¡Quilish sin explotación, agua sin contaminación!

Un nuevo camino, nuevos ojos, nuevas miradas se habían abierto. Un inmenso cordón de solidaridad del campo a la ciudad, y viceversa. Se ha sembrado, habrá que comprometerse a cuidar los frutos; sabiendo que es el Señor quien cuida su cosecha (Mc 4, 26 – 29).

Septiembre, del 2004

Francisco Centurión Obando (Co-Párroco de la Parroquia Guadalupe, Cajamarca).