Reflexiones peruanas                                                                       11 de septiembre del 2006

Culpando a Marco Arana

 

"Calmada la crisis de Combayo, la campaña difamatoria contra el Padre Arana continúa. Los funcionarios de la empresa no parecen darse cuenta que gracias a él, muchos campesinos cajamarquinos creen que son posibles salidas pacíficas...".

Ver artículo de Wilfredo Ardito

 

¿Pertenece usted a Patria Roja? – preguntó un periodista al Padre Marco Arana durante una conferencia de prensa en la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Con motivo de la reciente crisis de Combayo, diversos medios de comunicación vienen sosteniendo todo tipo de acusaciones hacia Arana, caracterizándolo como un “cura rojo” que manipula a los campesinos.

 

Estas aseveraciones parten de un fuerte prejuicio, no sólo hacia Arana, sino también hacia la población: los campesinos son percibidos como seres manipulables, que no tienen ni pueden alcanzar un criterio propio.  Por ello, cuando protestan frente a algún problema, es inútil buscar razones objetivas a sus reclamos: ellos son incapaces de distinguir lo que está bien.   

 

Se prefiere entonces buscar un supuesto “azuzador”, sea un partido político, una ONG o un sacerdote.  En este último caso, además, se demuestra además un marcado desconocimiento sobre el mundo rural, ignorándose los avances de las iglesias evangélicas entre los campesinos. Quienes acusan a Arana de no cumplir su misión sacerdotal, involucrándose en asuntos terrenales, olvidan la preocupación que existe en la Iglesia Católica por el medio ambiente, inspirada en San Francisco y remarcada continuamente por Juan Pablo II.

 

Convendría mas bien analizar por qué, cuando Yanacocha llegó a Cajamarca tenía tanto respaldo de la población y actualmente existen fuertes sentimientos en su contra.  Habría entonces que recordar la sucesión de problemas ambientales y sociales ocasionados por la actividad minera, desde las presiones que los primeros campesinos padecieron para vender sus tierras a un precio ínfimo, hasta las muertes de miles de truchas en ríos y piscigranjas. 

 

Después de tantos años de actividad minera, Cajamarca sigue siendo uno de los departamentos con los peores niveles de analfabetismo, desnutrición y esperanza de vida.   En medio de tanta miseria, los funcionarios de Yanacocha disfrutan de un opulento y poco discreto estilo de vida (si alguien tiene alguna duda, revise cuánto cuestan los uniformes escolares del Davy College, donde estudian los hijos de los funcionarios).  

Yanacocha ha gastado centenares de miles de dólares financiando equipos de fútbol, fiestas patronales y actividades artesanales, pero hasta en los mismos conciertos que auspicia, los asistentes saludan su nombre con chiflidos y silbatinas.  Para los cajamarquinos, es evidente que el dinero ha sido empleado como instrumento de control social y no con una verdadera perspectiva de desarrollo. 

 

La desconfianza hacia Yanacocha se incrementó desde el derrame de mercurio en Choropampa, en junio del 2000, demostrándose que la empresa transportaba con total negligencia productos tóxicos por zonas pobladas.   Sin embargo, fue en agosto del 2004, cuando la relación entre Yanacocha y los cajamarquinos llegó a su momento más crítico por la pretensión de la empresa de explotar el cerro Quilish, la principal fuente de agua de la ciudad y los valles aledaños.  La Municipalidad Provincial había emitido una Ordenanza declarando zona protegida el cerro, pero la empresa pretendía desconocerla y comenzar sus actividades.  Desesperados ante el temor a la contaminación por cianuro o mercurio, campesinos y estudiantes bloquearon las carreteras.   Todas las autoridades y los congresistas de Cajamarca se pronunciaron para pedir que respetara la voluntad de la población. Es verdad que el Padre Arana intervino, pero no para manipular a nadie, sino para calmar las tensiones y evitar muertes.   Fue por ello que meses después recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos.

 

El 4 de noviembre de ese año, Yanacocha anunció en un comunicado público que desistía de explorar el cerro Quilish.   Admitía también que había cometido errores en su relación con la población y en sopesar los efectos negativos de sus actividades.  Algunos observadores saludaron un mea culpa sin precedentes en las empresas que operan en el Perú.  Otros, más suspicaces, pensaron que se trataba de un intento de mejorar relaciones públicas, porque la empresa está empeñada en expandir sus actividades. Efectivamente, en ese proceso de expansión, el año pasado se produjeron violentos incidentes en San Cirilo y este año, en el conflicto de Combayo, falleció el campesino Isidro Llanos, no se sabe aún si por un vigilante de la empresa de seguridad Forza o por un policía. 

 

Se trata de la segunda muerte generada por conflictos mineros-ambientales este año: la primera fue la de Guillermo Tolentino, asesinado por la policía en Huaraz, mientras protestaba contra los abusos de un service de la empresa Barrick.  De hecho, el premio otorgado a Arana evidencia que en estos conflictos se ven involucrados muchos derechos humanos: desde la vida hasta el medio ambiente y desde la propiedad de la tierra hasta el derecho a la participación.

 

Calmada la crisis de Combayo, la campaña difamatoria contra el Padre Arana continúa. Los funcionarios de la empresa no parecen darse cuenta que gracias a él, muchos campesinos cajamarquinos creen que son posibles salidas pacíficas para proteger sus tierras, el agua y el medio ambiente.  Pretender eliminar su valioso rol, sólo llevaría a Cajamarca a una lamentable espiral de violencia.

 

Fuente: agenciaperu.com, 11 de setiembre 2006