Wilfredo Ardito Vega* sobre el
Premio Nacional de Derechos Humanos para Marco Arana
Adital - "Son unos borrachos alentados por un cura rojo que les entrega
aguardiente", así describían unos pasquines que circulaban por Cajamarca a
los campesinos que protestaban el pasado mes de agosto contra la explotación
del cerro Quilish por la empresa Yanacocha. En realidad, quienes protestaban no
estaban borrachos, sino muy preocupados por la promulgación de la Resolución
361-2004 por la que el Ministerio de Energía y Minas (MEM), autorizaba a
Yanacocha a comenzar dichas actividades.
Los cuestionamientos hacia Yanacocha datan de 1993, cuando muchos campesinos
denunciaron que la empresa los había presionado para vender sus tierras,
pagándoles una miseria. Marco Arana (el denominado "cura rojo" por
los pasquines), era entonces el párroco de Porcón y logró en base a diversas
gestiones que la empresa reconociera mayores precios a los campesinos. Sin
embargo, una sucesión de problemas ambientales y sociales ocasionados por la
actividad minera, terminaron causando sentimientos adversos en la población
hacia la empresa. La actitud arrogante y prepotente de sus funcionarios
contribuyó a generalizar estos sentimientos.
Después del desastre de Choropampa, era comprensible el temor de los
cajamarquinos a morir envenenados con mercurio, cianuro u otro compuesto
químico vinculado a las actividades mineras en el cerro Quilish, que es la
principal fuente de agua de la ciudad y los valles aledaños. Además, en el
Quilish existe una fauna rica y diversa, que incluye animales en vías de
extinción como zorros andinos, zarigüeyas, cernícalos, búhos, sapos andinos.
Por todo ello, en octubre del año 2000, la Municipalidad Provincial había
emitido una Ordenanza declarando zona protegida el cerro y las microcuencas de
los ríos Quilish, Porcón y Grande.
A fines de agosto de este año, los representantes del MEM, que habían
favorecido permanentemente a Yanacocha suspendieron el diálogo con la población
y la empresa manifestó su intención de comenzar los trabajos. Desesperados, los
campesinos bloquearon las carreteras. Durante los siguientes días, algunos
medios difundieron informaciones tendenciosas: que los campesinos habían
cortado el abastecimiento de agua de la ciudad, que mantenían secuestrados a
periodistas, que actuaban manipulados por el cura rojo. En realidad, la
represión policial hacia los campesinos hacía temer que pronto se producirían
víctimas fatales.
Este temor era bastante comprensible: durante el gobierno de Toledo once
manifestantes han muerto por balas o bombas lacrimógenas disparadas por la
policía o el ejército. Un caso representativo es el de Reemberto Herrera,
campesino piurano que protestaba en Huancabamba contra la empresa minera Majaz.
En opinión de Dante Vera, funcionario del Ministerio del Interior de aquel
entonces, es adecuado reprimir con severidad las protestas contra las empresas
mineras por su carácter "antisistémico", dado que el Estado ha
decidido favorecer el desarrollo minero.
Uno de los factores que logró evitar la muerte de campesinos durante el
conflicto del cerro Quilish, a pesar de los enormes intereses en juego, fue la
decidida mediación de Marco Arana. Ante las autoridades y la propia empresa
Yanacocha, Arana era quien manipulaba a los campesinos (la página web de la
empresa lo acusaba hasta hace poco de violento, manipulador e ideologizado).
Arana buscaba simplemente una solución pacífica y justa para los conflictos
sociales que ocasionaba la actividad minera, para lo cual, el primer paso era
considerar a los campesinos como interlocutores válidos, que merecían respeto.
Su compromiso y ejemplo, terminaron incorporando a las autoridades de
Cajamarca, incluyendo todos los congresistas.
En los últimos años, la empresa había gastado centenares de miles de dólares en
donaciones auspiciando equipos de fútbol, fiestas patronales y actividades
artesanales. Según Arana, el dinero era usado más como un instrumento de
control social sobre la población, que con una verdadera perspectiva de
desarrollo. En ese aspecto, fue un rotundo fracaso, porque Yanacocha quedó
virtualmente aislada en Cajamarca. De esta forma, cuando en septiembre la
empresa anunció que suspendería las actividades, la población reaccionó con
desconfianza y escepticismo.
Ante esta situación, el pasado 4 de noviembre, Yanacocha declaró en un
pronunciamiento público que desistía de explorar el cerro Quilish. La empresa
reconoció sus errores en la relación con la población y los efectos negativos
de sus actividades en un mea culpa sin precedentes entre las empresas que
operan en el Perú, nacionales o extranjeras. Al día siguiente, de manera
diligente, el MEM derogó la Resolución 361.
El Premio Nacional de Derechos Humanos otorgado al Padre Arana revela que los
conflictos mineros se están volviendo uno de los problemas sociales donde más
derechos humanos se ven involucrados: desde el medio ambiente hasta la
propiedad, desde el derecho a la participación hasta el derecho a la vida. A
los pocos días del comunicado de Yanacocha, estallaba un nuevo conflicto minero
en Cajamarca, en La Zanja, propiedad de Buenaventura y Newmont (los mismos
propietarios de Yanacocha). Múltiples testimonios señalan que Venicio Mendoza,
miembro de seguridad de la empresa, asesinó a sangre fría al rondero Juan
Montenegro. Su muerte, como la de Reemberto Herrera, Enrique Mega (Pucalá),
Nicolás Gonzales, Florencio Quispe y Mauro Surco (San Gabán), asesinados todos
durante este año, sigue esperando justicia. Este 10 de diciembre, día de los
Derechos Humanos, es oportuno recordarlos a todos ellos.
* Periodista, colaborador de Adital