Declaración de la Delegación de Obispos de
los Países Andinos sobre el
Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos y los Países Andinos
Nuestra visión pastoral, que se inspira en el Evangelio y la Enseñanza
Social de la Iglesia, sostiene que la persona humana debe estar en el centro de
toda actividad económica. En un mundo cada vez más interdependiente, es
imperativo humanizar la globalización económica globalizando la solidaridad
entre las personas y los pueblos. De lo contrario, como señala el Papa Juan
Pablo II, “si no hay esperanza para los pobres, no habrá esperanza para nadie,
ni para los llamados ricos” (Pastores Gregis, 67). En efecto, “si la
globalización se rige por las meras leyes del mercado aplicadas según las
conveniencias de los poderosos, lleva a consecuencias negativas” (Ecclesia in
América, 20).
La situación general en que viven los pueblos de la región andina está marcada
por la pobreza, la exclusión, una brecha creciente entre ricos y pobres, la
inviabilidad de pequeña producción agraria y de la micro y pequeña empresa,
sectores que además contribuyen al empleo de la mayoría de la PEA de nuestros
países; sistemas inadecuados de educación y de salud pública, inseguridad y
violencia, inexistencia de una soberanía alimentaria, migración causada por la
falta de oportunidades. Existe el peligro que asuntos de importancia son
decididos por una estructura cada vez más centralizada y no participativa que
existe entre nuestros países.
Las políticas de comercio tienen que ser formuladas para estimular el
crecimiento pero también para combatir la pobreza y superar el hambre. Urgimos
a los tomadores de decisión tener presente estas metas de igual importancia. Desde
nuestra experiencia como pastores de nuestros pueblos, estamos preocupados
porque los Tratados de Libre Comercio (TLC) que se viene negociando entre los
Estados Unidos y los países andinos sean capaces de lograr su potencialidad de
incrementar las oportunidades para los más pobres y vulnerables. Para que los
pobres realmente se beneficien de un aumento en el comercio, hay necesidad de
implementar medidas complementarias que mejoren la educación y la salud
pública, la inclusión de las minorías y las personas con discapacidades, así
como el fortalecimiento de la democracia participativa.
Tomando en cuenta la Enseñanza Social de la Iglesia y la situación de nuestros
pueblos, quisiéramos hacer las siguientes observaciones sobre puntos claves de
la negociación de los TLC y señalar algunas aspectos que quisiéramos se tomaran
en cuenta:
Agro. Las provisiones que se viene negociando podrían dejar a los
pequeños productores de nuestros países muy vulnerables. Tomando en cuenta los
enormes subsidios recibidos por los agro-negocios en los EE.UU., los plazos y
otras medidas propuestas para reemplazar el sistema actual de bandas de
precios, estos pueden resultar insuficientes. También los programas actuales
para sustituir la coca y otros cultivos ilícitos podrían ser afectados por los
TLC. Cado uno de nuestros países tiene que adoptar políticas que permitirán a
los agricultores y trabadores rurales producir alimentos para sus pueblos,
mantener un ingreso estable y garantizar un auténtico desarrollo rural.
Propiedad intelectual. Los EE.UU. están proponiendo el patentamiento de
semillas y seres vivos, además de la ampliación del período actual de monopolio
que las empresas farmacéuticas tienen para la venta de medicamentos. Estas
medidas pueden poner en peligro el acceso de los productores agrícolas a
recursos que son necesarios, como también afectar el acceso a medicinas de los
pobres y más vulnerables.
Laboral. Los TLC deberían ofrecer una oportunidad para fortalecer la
protección de los trabadores. En la ausencia de compromisos vinculantes para
respetar los derechos de los trabajadores, estos trabajadores, especialmente la
mayoría de los trabajadores pobres, no puedan gozar de los beneficios
potenciales de un aumento en el comercio. También hay que tomar en cuenta la
posible pérdida del empleo rural y la migración resultante hacia las ciudades o
fuera de la región, debido a la falta de salvaguardas para proteger a los
agricultores pequeños y medianos.
Ambiental. Un aumento en el intercambio comercial podrá significar una
mayor cantidad de desechos de todo tipo. Sin protecciones adecuadas vinculantes
para el medio ambiente, los TLC no van a estar a la altura de contribuir al uso
racional de recursos, como el agua y los bosques, especialmente debido a la
importancia que la Amazonía juega para estos cuatro países.
Participación Ciudadana. Estos TLC ofrecen una oportunidad única para
los pueblos de la región para expresar y fortalecer una efectiva participación
ciudadana que podría garantizar una mayor seguridad para todos. Pedimos que
se amplíe aún más los plazos de las negociaciones sobre el TLC para permitir un
proceso participativo e inclusivo de diálogo regional y en cada país. Si es
así, los sectores potencialmente afectados podrían tener la oportunidad de
presentar sus propuestas y que éstas se vean reflejadas en los acuerdos.
Una Agenda integral. En términos mas amplios, cualquier tratado de
comercio debería formar parte de una agenda de desarrollo humano integral que
se sustente en los necesarios recursos financieros y otros.
El indicador moral de dicho acuerdo debería apuntar a cómo se logra un efecto
positivo en la vida y dignidad de las familias y de los trabajadores pobres y
vulnerables, cuya voz dentro de esta discusión debería recibir una atención
especial.