Estimado Willi: Cajamarca, enero 2005
Voy comprendiendo que me estimaste mucho, por
eso no quisiera que pienses que he abandonado el camino. Sino que he ido
buscando un lugar donde desarrollarme por mi propia cuenta, lejos de instituciones
religiosas que quieren encajonar la libertad del pensamiento.
Quiero confiarte que en estos últimos años el
amor por mi cultura en cierto modo ha sufrido un giro: he buscado reforzar mi
cariño por mis raíces profundas y ancestrales. Cuando me alejé del
ecleciocientrismo que ha germinado en Cajamarca durante estos últimos años,
actualicé y llevé conmigo los dichos de Bartolomé de las Casas: que en
América, Cristo es maltratado y muere, azotado, crucificado, no una sino miles
de veces. Desde entonces he divagado por varios lugares, preguntándome de dónde
sacaron fuerza esos cristos para soportar tantas injusticias, durante más de
cinco siglos, sin instituciones que les protejan. Quizá alguna mística
les fortaleció, como a las plantas que resisten las inclementes sequías.
En mi búsqueda, fui recordando que, incluso
entre los catequistas más connotados con quienes anduve; había percibido la
pervivencia de gestos y ritos antiguos. Y me daba cuenta que yo mismo
tengo algo que va más allá de mi teología cristiana por años cultivada.
Entonces se me dio por indagar buscando en publicaciones, ruinas y vestigios
una explicación.
Viajé por los caminos incaicos y preincaicos, por entre ruinas y adoratorios
que modelaron mis ancestros, rezando, contemplando, procurando allí vestigios
de aquella fuerza descomunal que mantiene en pie a estos "cristos
azotados". Y entre las piedras y dibujos misteriosos, aún no
entendidos por las lógicas modernas y sofisticadas, he ido vislumbrando los
símbolos y las ideas que dieron fuerza a los indios y campesinos para seguir
soportando siglos de humillación.
Me he ido dando cuenta que autores como José
María Arguedas y José Carlos Mariátegui sacan fuerzas de la mística ancestral
andina. Hasta las lenguas propias como el quechua, culli, aymara, yunga;
tienen una profundidad indecible. Hasta el nombre con que me llamaron mis
allegados en mi infancia, ¨Liuco¨, tiene no sé qué profundidad de ternura. He
indagado en la música antigua, he cantado y danzado con ella. Y he estudiado
con mis alumnos danzas y cantos sobre la tradición andina.
Varios amigos, incluso mi profesión de
maestro, me ayudan mirar el pasado de mi pueblo que a través de más de veinte
mil años de caminar ha ido tejiendo una mística muy profunda. Aumenta mi convicción
de que la religión del Perú antiguo es poderosa, tal como lo fue la religión
cananea para los yavistas o elohístas, tal como la religión de la Grecia a
antigua sirvió de base para el cristianismo oriental, y como la religión romana
para el cristianismo occidental.
He hallado que fue también visionaria la maldad de los gobernantes españoles
cuando procuraron anular todos los símbolos culturales y religiosos de estos
pueblos; en su búsqueda alocada de imponer su propia visión del cristianismo,
no dudando en valerse del filo de la violencia, proscrita por el mismo Jesús de
Galilea, en su peor momento de ser capturado.
Durante los últimos años, se me han sumado en
esta búsqueda varios amigos especialistas como arqueólogos, antropólogos,
profesores, sociólogos, músicos, danzarines, hasta ingenieros. Y la ayuda
de todos ellos ha desembocado en la obra "Cuan y Tantarica", que
viene siendo muy acogida en varios escenarios e instituciones de Cajamarca y La
Libertad y que durante este año 2005 se multiplicará en presentaciones.
Con la asesoría de mis amigos científicos, voy ahora modelando una segunda obra
teatral sobre la mística en cultura Chimú, una de las más grandes de la
humanidad que se desarrolló en la costa peruana; en la persona de su héroe
Taycanamo. Le llamaré "Taycanamo el Grande", por lo magnífico
de su obra cultural, lejos de toda lógica maquiavélica para gobernar. Seguiré
buscando en las raíces y en la antigua religión de mi pueblo aquello que dio
fuerza a los cristos azotados para resistir.
Amigo Willi, a veces pienso que en esta mi tarea, se va diversificando en sus frutos aquella visionaria laborque desplegó Monseñor Dammert en estas tierras de florecientes culturas ancestrales. Encuentro en ti al amigo que supera distancia, diferencias y el tiempo. Un verdadero amigo. Cuando reviso tu último mensaje veo que entre tú y yo hay una distancia que nos une en vez de separarnos. Y me parece muy bonito.
Me gusta tu expresión y aspiración de diálogo
de "cara a cara" entre las culturas y expresiones religiosas.
Creo que eso es lo que quiso Jesús, el galileo.
Me sorprende que valoras mi obra "Cuan y
Tantarica", a pesar que entra en una temática, en estrategia y género
distintos a los que antes hemos usado tanto dentro de la Iglesia como entre tú y
yo. Temí que la rechazaras. Y eso muchos "cristianos"
(entre ellos sacerdotes y catequistas) encasillados en sus problemas
doctrinales, proselitistas y político-eclesiales (más político que eclesiales),
unos se hacen los desentendidos y algunos la han rechazado.
Ahora me siento muy acogido en los organismos culturales, y en ese camino
seguiré. Volveré a presentar mi obra en Cajamarca el 11 de febrero. Y
próximamente en Tumbes y en Lima.
Saludos para toda tu familia.
Leo
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Ver también el artículo de Leonardo Herrera: “Despierta, hermano campesino”, públicado en alemán en el libro “Die globale Verantwortung”, un estudio sobre la Iglesia de Cajamarca y sus relaciones con la Iglesia de Alemania (Partnerschaft - Pacto de Hermandad), con aportes de Gustavo Gutiérrez, Miguel Garnett etc. - en original (castellano) en mi website (“otros textos”).